Si bien el terremoto causó un miedo intenso en todos, los niños están atentos a su entorno para saber qué esperar y cómo deben reaccionar ante esta situación.
Cuando un niño pequeño se cae al suelo, tiende primero a mirar a sus padres y según la reacción que ve en ellos puede llorar o no, y regular la intensidad de su llanto y angustia. Si ve que sus padres se asustan ante su caída, reaccionando con gritos o se desbordan en cuidados, “captan” que es de gravedad y lloran mucho más fuerte que si los ve tranquilos y le entregan palabras tranquilizadoras “ya va a pasar, arriba, tranquilo, no paso nada, vamos a ver si están bien tus rodillas…”
Los niños aprenden de sus modelos (a esto llamamos “modelaje”). Por eso, es esencial en estos momentos que el niño pueda sentirse seguro, para lo cual los adultos cercanos deben considerar las siguientes indicaciones:
- Explicarle en palabras simples qué fue lo que pasó, entender las causas ayuda a bajar la incertidumbre de lo desconocido. Pero para que nosotros podamos explicarlo, debemos saber bien ¿qué es un terremoto? Podemos hacerles un dibujo mientras les contamos que un terremoto es el movimiento brusco de la Tierra, causado por la brusca liberación de energía acumulada durante un largo tiempo. La corteza de la Tierra está conformada por muchas placas que durante millones de años se han estado acomodando y han ido dando la forma que hoy conocemos de la superficie de nuestro planeta, originando los continentes y los relieves geográficos (cerros, montañas, etc.) en un proceso que aún no se termina de completar.
Habitualmente estos movimientos son lentos e imperceptibles, pero en algunos casos estas placas chocan entre sí como gigantescos témpanos de tierra sobre un océano de magma presente en las profundidades de la Tierra, impidiendo su desplazamiento. Entonces una placa comienza a desplazarse sobre o bajo la otra originando lentos cambios en la topografía. Pero si el desplazamiento es dificultado comienza a acumularse una energía de tensión que en algún momento se liberará y una de las placas se moverá bruscamente contra la otra rompiéndola y liberándose entonces una cantidad variable de energía que origina el Terremoto.
- Luego de explicarles el tema es importante entregarles tranquilidad. Nosotros debemos regular nuestra ansiedad ante los niños para ofrecerles cierto grado de estabilidad dentro de lo posible en estos momentos. Decirles que es probable que lo peor ya haya pasado, pero aunque vengan réplicas del terremoto, su familia le ofrecerá cuidado y protección para evitar que sufra algún daño. El niño debe sentir que sus figuras de apego cercanas se sienten habilitadas para cuidarlos y mantenerlos a salvo.
- No podemos mentirles diciendo que “ya todo acabó”, no sabemos si habrán réplicas mayores, la naturaleza de estas catástrofes es impredecible, si los niños confían en que nada más pasará y viene otro temblor fuerte, desconfiarán de sus adultos cercanos que les dijeron lo contrario.
- Lo material se puede recuperar, mantener la esperanza y la gratitud por sentir que todos estamos bien y podremos salir adelante. Podemos reconstruir un futuro mejor y esa actitud hay que transmitirla a los niños.
- Cuidar de satisfacer sus necesidades básicas: comida, abrigo, vivienda. Valorar y agradecer lo que tengan para sobrevivir, aunque sea distinto y más precario a sus condiciones habituales.
- Si se han sufrido pérdidas o muertes de familiares, es importante hacer el duelo. No se puede negar las emociones, existe pena e impotencia, miedo y dolor, no se puede negar o simular que “no pasa nada” ante los niños, pues ellos perciben claramente cuando las cosas no andan bien o se les está ocultando algo. En estos casos hay que ofrecerles apoyo y un espacio de contención donde puedan llorar y expresar sus emociones.
- Evitar que los niños estén todo el día en contacto con las noticias de la catástrofe o en sintonía con el miedo y la angustia. Podemos ayudarlos a regular su ansiedad, ofreciéndoles espacios de distracción durante el día (ver monitos animados, películas, jugar con ellos, etc.). Jugar Tetris, por ejemplo, se ha estudiado como algo que puede aportar especialmente para evitar estrés post traumático, ya que ocupa las mismas zonas del cerebro que guardan la memoria del trauma, interfiriendo en la consolidación del recuerdo de la catástrofe.
- Mantener ciertas rutinas habituales para ofrecerles un nivel básico de estabilidad que les entregue una sensación de seguridad básica: lavarse los dientes, comer y acostarse en ciertos horarios, etc.
- La situación del terremoto lleva a sentir una pérdida de control importante sobre nuestro entorno, lo cual produce que nuestra sensación de seguridad se quebrante. El entregarles pequeñas responsabilidades a los niños ayuda a que sientan algo de poder y control sobre sus vidas, percibiendo que ellos si pueden hacer algo por ayudar y no están “indefensos”, les entregan mayor confianza en sus propias capacidades para salir adelante. Por ejemplo, los niños pueden ser los “encargados del agua”, asignándoles a ellos la guarda y distribución de este bien tan necesario.
- Comunicarse con ellos, preguntarles cómo se sienten, ofreciéndoles un espacio para preguntar sus inquietudes, expresar sus emociones y acompañarlos en su angustia.
- Es probable que aparezcan pesadillas, dificultades para conciliar el sueño, resistencia a comer o dormir, orinarse en la cama y otros síntomas que solo reflejan el temor de los niños y su necesidad de sentirse más seguros. Ante esto, acompañarlos y entregarles apoyo, no juzgarlos ni retarlos por esto, sino que ofrecerles contención. Si esto se mantiene por más de un mes, acudir a un especialista en salud mental que pueda orientarlos en la reparación y restablecimiento de la seguridad y confianza básica como familia.
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